Top 10: Vainas absurdas del Metro de Caracas
Se informa a los señores usuarios que la utilización periódica del Metro de Caracas es recomendable para quienes sufren de algún síndrome de pérdida de contacto con el absurdo:
10) El pito del cierre de puertas del Metro, perfectamente diseñado para romperle los oídos a cualquiera que esté dentro de los vagones, pero prácticamente inaudible justo donde debería escucharse: afuera en el andén, frente al vagón con las puertas abiertas.
9) El personal de limpieza siempre bloqueando las principales escaleras en plena hora pico.
8) El torniquete de salida con flechita verde farsante y su tate-quieto cuasi-fractura en el fémur cuando menos uno se lo espera.
7) Las escaleras dañadas para subir/salir, pero cerca las de bajar funcionando perfectamente, justo cuando el flujo principal de la estación en cuestión es evidentemente de subida/salida.
6) El tren que llega a la estación pisando freno demasiado pronto y termina deteniéndose con apenas el primer vagón asomando por el túnel, apenas la puntica, pues. Y se queda allí largo rato, a veces hasta minutos, sin razón aparente, y uno piensa si el chofer es un novato, o si es que hay algún problema técnico serio. De pronto el tren avanza otra vez, pero en cámara lenta récord en los anales del mundo ferroviario, tardando más en terminar de entrar en la estación desde allí, que lo que había tardado en llegar hasta allí desde la estación anterior.
5) A punto de arrancar el tren, todo el mundo adentro como sardina en lata, y suena el pito de cierre, se cierran las puertas y parecen haberse cerrado perfectamente, pero no: se abren, suena el pito otra vez, y se vuelven a cerrar. Y ahora sí parecen haberse cerrado perfectamente, ah pero no: se abren, suena el pito otra vez, y se vuelven a cerrar. Y ahora sí que parecen haberse cerrado perfectamente, ah pero no... y así sucesivamente.
4) Una variante del anterior. A punto de arrancar el tren, todo el mundo adentro como sardina en lata, suena el pito de cierre, se cierran las puertas, y parecen haberse cerrado perfectamente, ah pero no: se abren, y todo el mundo cooooooño..., y entonces habla el operador: "Se agradece a las personas del vagón número cuatro (o cinco, o tres, el que sea, pero nunca el primero ni el último) favor no obstaculizar el cierre de puertas". Como si en general desde dentro del Metro tuviera uno la más mínima puta idea del número de vagón en el cuál uno está metido.
3) El tren que frena llegando a la estación, y se detiene bien en su sitio y sin tanteo, parada perfecta, pero pasan segundos y segundos y no se abren las puertas, y uno adentro sospecha que quizá se paró mal y tendrá que acomodarse, o que algo pasa que no abren, otro problema técnico serio, y sigue pasando el tiempo, y nada que se mueve. De pronto, al rato laaaargo de haberse detenido, sin haberse acomodado ni un centímetro, y sin razón aparente, se abren las malditas puertas como si nada.
2) El infame mapa invertido, con las estaciones del oeste (Propatria y Las Adjuntas) a la derecha en vez de a la izquierda, y las del este (Palo Verde) a la izquierda en vez de a la derecha.
1) Y una vez más, el infame mapa invertido, con las estaciones del oeste (Propatria y Las Adjuntas) a la derecha en vez de a la izquierda, y las del este (Palo Verde) a la izquierda en vez de a la derecha.
1 comment:
Eso me recuerda aquella ocasión en la que un amigo se quedo dormido en el vagón y cuando despertó estaba en el estacionamiento y no tuvo manera de salir de allí ni avisar a ningún encargado y tuvo que esperar hasta que el tren empezó a circular de nuevo
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